Ciencia mundial
6 Mayo, 2023
En castellano, la expresión “como el gato y el ratón” suele utilizarse con cierta frecuencia, pero seguramente haya muchos mejores ejemplos de especies inmersas en luchas tan arraigadas que se han vuelto parte de su propia esencia. Tan arraigadas que han pasado a formar parte de su ADN para moldear así su evolución como especie. Es el caso de murciélagos y polillas.

Los murciélagos son animales dados a la vida nocturna y a los ambientes oscuros. Para compensar la poca visibilidad recurren a la ecolocalización, un sonar biológico. Hasta aquí nada nuevo, este mamífero emite sonidos que rebotan en su entorno, gracias a lo cual puede no sólo situarse en el contexto de su entorno sino que también es capaz de localizar a sus presas.
Presas como las polillas. Algunas especies de polillas han desarrollado un mecanismo de defensa natural para evitar el ataque de los murciélagos. A lo largo de años de estudio, los biólogos han sido capaces de identificar varios mecanismos de defensa empleados por las polillas para evitar el sonar de los murciélagos.
Las polillas cuentan con mecanismos pasivos y activos de defensa. El pasivo es el desarrollo de un oído capaz de detectar los sonidos que los murciélagos emiten para ecolocalizar a sus presas. Gracias a ello las polillas pueden “ver” venir a sus depredadores, gracias a lo cual son más capaces de evadir el ataque.
La clave está en las frecuencias que utilizan los murciélagos. Tal y como explica el experto en evolución de la Universidad de Ciudad El Cabo David Jacobs, estas suelen oscilar entre los 12 y los 210 kHz (como referencia, el oído humano solo alcanza frecuencias de hasta unos 20 kHz).

Commentaires